sábado, 1 de marzo de 2014

Hora cero

La señora Gong, decía que algunos días eran tan lindos que los llenaría de besos. A un par de horas de salir de mi lugar de protección y emprender un rumbo incierto no puedo dejar de agradecer al buen Dios por su dulzura y por permitirme ver en este paisaje a mi familia, amigos de la vida, hermanos en la fe y esas personas bakanes que te quieren sin aparente razón, con pompones, sonrisas y parabienes. Me voy sola, pero sintiendo la cálida compañía de todos esos que están por ahí.

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