Pues, el mundo adulto es lo suficientemente perturbador como para anhelar la infancia, sin embargo el mundo laboral es temiblemente sucio, tanto asi que poco a poco dejas de sentir tu propio olor y te ves impregnado de la maquinación neoliberal que te invita a desear ser todo el tiempo LA MEJOR y ser la estrella de la novela. Es asqueroso, es egoista, es LOCO! y me niego a seguir tomando un aroma tan macabro, la solución entonces, refiere a buscar la fragancia celestial, esa que obliga a perdonar a los que te maldicen a amar a los que te odian y a darlo TODO en cada cosas que haces sin derecho a aplauso. Admito que me vi, durante estas fatídicas semanas, enfrentada una vez mas con lo peor de mi, mis impurezas visibles ante la luz del sol. No lo quiero!, no permitiré que mis debilidades nublen el deseo profundo de ser testigo de quienes se alegran aprendiendo y no de quienes tienen a la "mejor profesora". Me quito de este enfermizo círculo de egos para disponerme a disfrutar de lo que Dios me permite hacer, el milagro diario de amar a través de la enseñanza, de la mano de el guiño celestial, los chocales de la amistad pedagógica, el impetu de los cariños directivos y silenciando ante los enemigos gratuitos.Yo amo mi trabajo, aunque de cuando en vez el no me ame a mi.
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