Hace días ya que no me detengo a contar historias y es que este tiempo ha sido tan presente perfecto que no me alcanza siquiera para dejar pasados, pero bueno mi san viernes ideal me permite tomar esta instancia de música, abrigo, chocolate caliente, la siesta de valentin y Lucas y la organización de la desestructura mental...

Aqui estoy, feliz y estable, creo que es la primera vez en la vida en que aunque me rodea el fantasma gritón de la crisis, temores latentes y la incertidumbre amarga , pero adrenalínica, puedo subir a la micro sin esperar la buena cara del chofer, puedo comer pan con mantequilla e intentarlo una vez más hasta que lo logre, sin decaer al primer no, y al bombardeo de críticas, aunque duelan y hasta caiga esa agua salada de los ojos, derrepente me aconsejaron sólo vivir respirando y dando gracias y fue tan efectivo como el chocolate para pasar las penas, es que evidentemente es un año estresante, estoy aprendiendo todo lo que nunca he sabido ni imaginado que existe, me siento un analfabeta que es obligada a analizar un texto, el cronómetro humano me recuerda a cada instante que la niñez y el lápiz grafito quedaron atrás, sin saber que hacer globos con chicle aun me resulta una diversión, podría gritar en este mismo momento auxilio y sin embargo miro al cielo y bailo con las flores, saludo a mi persona favorita y a la gladiadora Estela en sus festividades, programo la ida a cementolandia a ver a don bachata, canto la petaquita, me disfrazo de maestra los lunes y ocupo los minutos del plan de teléfono para recordar a caderines que aveces, sólo aveces, el estómago piensa mas entretenido que los pies...

Y la vida sigue entre trabajos, certámenes, lecturas, guitarra, perros, chocolates, sobrinas, pollitas, reuniones, tiempo faltante, fotografías esporádicas, juntas pendientes, plumones de colores, el comienzo del sonoro otoño y esta sonrisa pegada que me hace aplaudir al buen remolino por girar y girar....